It is not famine, not earthquakes, not microbes, not cancer, but man himself who is man’s greatest danger to man, for the simple reason that there is no adequate protection against Psychic Epidemics, which are infinitely more devastating than the worst of natural catastrophes.
Carl G.Jung. 1875 – 1961
A mi familia y amigos: Continuación de reflexiones en relación con COVID-19
Las vacunas génicas II
Esta segunda reflexión sobre las nuevas vacunas génicas tiene por fin aportar información adicional a la recibida cuando disteis vuestro consentimiento informado a la vacunación con el suero génico, pero sobre todo quisiera dedicarla a las personas no vacunadas o a las que vayan a recibir la segunda dosis que aún están dudando y no saben qué hacer y se preguntan,
¿Qué ocurre después de inyectar en el brazo las dos dosis de las vacunas genéticas experimentales?
Después de entre 7 a 10 días aparecen grandes cantidades de anticuerpos IgG. Cuando semanas más tarde se inyecta la segunda dosis, esta cantidad de anticuerpos de nuevo aumenta en miles de millones. ¿Parece que todo va bien, ya que su función es protegernos? ¿No es así? En realidad, en opinión de destacados expertos, como el Profesor Sucharit Bhakdi, el Dr Michael Yeadon (el ex vicepresidente de Pfizer) y el Dr Robert Malone (inventor de la tecnología de vacunas que utilizan ARNm[1]), por solo mencionar algunos, lo que con ello se ha desencadenado es un auténtico infierno inmunológico. Voy a intentar a explicároslo con el ejemplo de la vacuna experimental de BioNtech/Pfizer.
[1] El ARN mensajero (ARNm) es el ácido ribonucleico que transfiere el código genético procedente del ADN del núcleo celular a un ribosoma en el citoplasma, es decir, el que determina el orden en que se unirán los aminoácidos de una proteína y actúa como plantilla o patrón para la síntesis de dicha proteína. Se trata de un ácido nucleico monocatenario, al contrario del bicatenario ADN.
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